Hoy se cumple un año desde el trágico incendio que devastó casi por completo la sede el Obispado de Tenerife, en la Calle San Agustín de La Laguna. Suceso que motivó la puesta en marcha por parte del Consistorio Lagunero de una seria de medidas e iniciativas tendentes a evitar en el futuro siniestro similares y que despertó la preocupación de los responsables administrativos de otras ciudades históricas de nuestro país, eco que derivó en la celebración de la Jornadas de Protección contra Incendios en ciudades Patrimonio de la Humanidad, organizadas por el Ayuntamiento de Cuenca y la APTB, una de cuyas ponencias trató sobre el incendio del Obispado tinerfeño.
Las características constructivas del inmueble, con cubiertas, pisos y elementos de sostén en madera de riga y tea, favorecieron extraordinariamente el avance de las llamas, lo que unido al confinamiento del fuego en los falsos techos, imposibilitó el control del fuego en los primeros momentos.
Siniestros de esta categoría han servido, desafortunadamente, para poner en evidencia la carencia de medidas de detección temprana de incendio, de medios de extinción apropiados y de un plan de contingencia efectivo para hacer frente a este riesgo, que incluya tanto la formación de su personal como el procedimiento básico de actuación ante la aparición de fuego en este tipo de edificios.
